Meursault, caso revisado de Kamel Daoud
El amor es inexplicable para mí. Siempre observo con asombro a la pareja, su cadencia siempre lenta, su titubeo insistente, su sustento que se convierte en amalgama, su modo de agarrarse de la mano y de la mirada al mismo tiempo, de todos los bordes para confundirse mejor. No llego a comprender la necesidad de esa mano que sostiene a la otra, que no quiere soltarla, para dar un semblante al corazón del otro. ¿Cómo hace la gente que se ama? ¿Cómo se soportan? ¿Qué es lo que parece hacerles olvidar que nacieron solos y que morirán separados? He leído muchos libros y el amor me parece un acomodamiento y no un misterio, en absoluto. Creo que lo que algunos sienten con el amor yo lo siento más bien con la muerte: la sensación de todo lo eventual y absoluto de cualquier vida, el latir del corazón, la angustia ante un cuerpo ciego. La muerte –cuando la ha recibido, cuando la ha dado- es para mí el único misterio. El resto no son más que rituales, costumbres y complicidades dudosas. Pág. 141. |