El puente invisible de Julie Orringer
Septiembre mandaba los primeros vientos frescos a París, sus matices rojos. Su aroma impregnaba el aire sobre el Sena como el perfume de una muchacha en el umbral de un salón de fiesta.
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El puente invisible de Julie Orringer
Septiembre mandaba los primeros vientos frescos a París, sus matices rojos. Su aroma impregnaba el aire sobre el Sena como el perfume de una muchacha en el umbral de un salón de fiesta.
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