Bridgerton: Felices para siempre de Julia Quinn
La mitad de las veces lo volvía loco, pero era una locura agradable, y aunque a veces se unía a los suspiros de sus amigos y asentía con aire cansado cuando todos se quejaban de sus esposas, en el fondo sabía que era el hombre más afortunado de Londres. Diablos, incluso de Inglaterra. De todo el mundo.
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