Diez cosas que me gustan de ti de Julia Quinn
(…) ¿Quién habría dicho que un pellizco en el culo sería lo que, al final, haría que lo viera todo claro? En realidad, no había sido el pellizco, sino su mirada. La había mirado como si fuera suya. En ese momento, Annabel se había dado cuenta de que había al menos diez razones por las que nunca jamás podría comprometerse en matrimonio con ese hombre. Diez, pero, si se esforzaba, seguramente encontraría cien. |