Diez cosas que me gustan de ti de Julia Quinn
—Mi familia… —susurró ella. —No se morirá de hambre. —Le acarició la mejilla y le volvió la cara hacia él—. No soy pobre, Annabel. —Somos ocho. Él se lo pensó. —De acuerdo, nadie se morirá de hambre, aunque quizás adelgacéis un poco. |