Diez cosas que me gustan de ti de Julia Quinn
Ella no se movía. No conseguía que sus músculos reaccionarán. Y entonces, él se levantó porque era, como Annabel sospechaba, un caballero. Y no sólo en teoría, sino también en la práctica. Le ofreció la mano, ella la aceptó y acto seguido... fue como si flotara sobre los pies. Se levantó, echó la cabeza hacía atrás, lo miró y en ese momento lo vio... Vio su vida futura. |