El duque y yo de Julia Quinn
Simon la cogió de la mano y sonrió, y Daphne respiró satisfecha de ver que sus ojos habían recuperado la alegría. Entonces, la satisfacción se convirtió en algo más intenso: felicidad. Felicidad porque había sido ella la que había borrado las sombras de sus ojos. Quería disiparlas para siempre.
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