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Fin de poema de Juan Tallón
Ya se ha acostumbrado, supone, al sabor de la tristeza, porque muchas mañanas -eso es a grandes rasgos la iniciación a la muerte- ni siquiera advierte su presencia. Es como si hubiese desaparecido, así que deduce que si no está es porque su presencia resulta tan natural y omnipresente que ya no puede notarla. Pero, obviamente, está. Todo este vacío que lleva dentro, la nada, la desnudez representan la señal inequívoca de que está, y que juntos forman la persona acabada que es, que camina todos los días hacia su suicidio, pero no llega todavía.
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