Delatora de Joyce Carol Oates
Tan ocupada con la casa y con los niños que Lula no conseguía dedicarle al jardín el tiempo que hacia falta. Llena de esperanza al inicio del verano, plantaba simientes en metódicas hileras, colocando plantas procedentes del vivero, y luego en unas pocas semanas las malas hierbas estaban asfixiándolo todo (...) Todos los malditos veranos de su vida, siempre lo mismo. Lloraba, maldecía. ¡Siete hijos!... y el marido.
|