Mágico, sombrío, impenetrable de Joyce Carol Oates
En ciertos campos de investigación científica —como en política, en finanzas y en derecho— la mujer y la intelectual corrían a lo largo de líneas paralelas que nunca convergían, a diferencia del varón y el intelectual. Se podía ser por completo intelectual sin renunciar a la masculinidad; pero no se podía ser del todo intelectual sin renunciar al menos en parte a la feminidad. Parecía ser una ley de la naturaleza o, si era de la cultura, tan arraigada en la especie humana que se sentía como naturaleza.
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