Un disfraz para una dama de Josephine Lys
(…) Pero a pesar de todo, él era solo un hombre y la deseaba más de lo que nunca había deseado a ninguna mujer. Lo que más le asombraba no era ese deseo devastador que corría por sus venas, sino la necesidad que sentía de protegerla, de cuidarla y de amarla.
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