La caricia del infierno de Jennifer L. Armentrout
—No tengo ni idea de quién es Tomas —replicó Roth, con los labios (unos labios que se habían grabado a fuego en mi memoria) curvados en una sonrisita de suficiencia—. Claro que todos los Guardianes me parecéis iguales. Maddox siseó. —¿Te crees muy mono? —Nah, me creo muy sexo —La sonrisa se extendió, pero no alcanzó sus fríos ojos ocres—. Y también creo que soy desternillante. |