Correo no deseado de Jazmín Carballo
Por momentos me da miedo escribirte porque no sé qué me va a desatar adentro. Me da miedo encontrarme con todo lo que hay ahí y que pensaba perdido. Es como si me buscara para decirte las cosas que se me abren cuando te leo y empiezo a tirar de un hilo sanguíneo que serpentea, se desenvuelve y se escapa abrazando algo más grande, que está en el fondo y late. Dejarme conducir por esas arterias es turbulento, y lo paradójico es que después de todo hay una especie de alivio. Me encuentro diciendo cosas que ni sabía que tenía, una especie de paseo por mí misma; al principio parecen fuegos artificiales que se extinguen en el aire y que nada va a hacer sentido, pero al final, de una manera insospechada, todo termina abrazando a ese corazón y me abraza a mí, aterrizando sana y salva. Me pregunto si algún día se acaba, si la herida cicatriza y una puede pasar de nivel, patinar y patinar sin temor a la fractura. ¿Existirá aprendizaje sin dolor?
|