Siempre he sentido curiosidad por el embrión que da origen a aquellas novelas por las que siento interés, y no deja de sorprenderme cómo dentro de la industria editorial aún no le han encontrado el lugar adecuado para que el lector conozca esta información, teniendo que hacerlo este por entrevistas auxiliares en otros medios a los autores de las obras.
Lo primero que me llamó la atención de “Las aventuras de Piti en la Antártida” fue eso: la confesión de Javier Cacho sobre el origen de la novela, y como preví en el primer párrafo, esta información no la encontré junto a la novela en cuestión (faja, prólogo, contraportada…), sino en una entrevista al margen. Y es que el científico y escritor, que ha pasado largas temporadas investigando en la Antártida, encontró en este relato la forma de explicar a su hija, de una forma amena y acorde a su edad (9 años en aquella época), las razones que le llevaron al abandono familiar temporal al que sometía a su familiar a cambio de poder realizar su trabajo a miles de kilómetros de ellos. Para este fin escogió como protagonista a un perrito de peluche que la niña le regaló antes de partir a uno de estos viajes, con la inocente esperanza de que ese peluche cuidara de su padre allá en tierras tan frías e inhóspitas.
Con los antecedentes anteriores y puesto que en un principio la historia estaba dirigida a un público infantil, quien esto escribe, decidió ceder la primera lectura de esta obra a una lectora de once años que nada más verla se entusiasmó con su portada, y que como ya ha demostrado en otras ocasiones su buen ojo crítico, tras ofrecerse a hacer ella misma la reseña le quise dar el gusto, siendo este el resultado escrito de su narración oral:
Piti es un cachorro de raza Husky Siberiano que se va a una expedición a la Antártida. Allí se encuentra con muchos animales, desde Skuas hasta pingüinos, con los que pasa algunas de sus aventuras.
Piti vive en una casa – laboratorio donde también vive Jaiga, su dueño, con sus compañeros investigadores españoles. Además de esta base de investigación mencionada, en la Antártida también hay bases de otros países, como la inglesa y la búlgara.
Piti va creciendo a lo largo de la narración, adquiriendo experiencia con la que ayuda a los investigadores, hasta el punto de poner en peligro su vida, para salvar la de los humanos allí presentes en las diferentes bases.
Piti es a la vez narrador y protagonista principal, y esa manera de narrar la historia en primera persona le transfiere mucha emoción al lector.
Además de la impresionante portada en la que Piti nos atrapa invitándonos a la lectura del libro, el interior también cuenta con gran número de ilustraciones atractivas e interesantes.
Me quedo con ganas de conocer más historias de Piti, aunque también quiero reseñar que lo que menos me ha gustado ha sido el final, que se queda un poco insulso.
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