Este es el comienzo de una obra colosal. “Stadonova I. El sello de la memoria del tiempo” es un inicio de saga que supone un esfuerzo magistral por parte de su autor, J. S. Artístico. Se nos despliega con este primer volumen una obra titánica de fantasía épica y heroica que tiene la historia de aquello que el escritor nos presenta como Stadonova como núcleo central. Cabe señalar que no es una lectura que se pueda hacer en diagonal (algo poco recomendable en ningún caso); no es un libro fácil en el sentido de ligereza, hay que prestar mucha atención para no perdernos nada de todos esos datos que el autor nos quiere transmitir para que tengamos una idea mucho más concreta de su particular continente perdido. Aunque pudiera parecer que se nos despliegan diferentes historias o diferentes tramas dentro del conglomerado de reinos que conforman Stadonova, también hay un cierto hilo conductor tanto para la narración de estos argumentos (una justificación para ello), como para las propias historias entre sí. De esta manera, Jayxon, Rayver y Thargan cumplen este primer cometido en tanto en cuanto nos hablan de la reliquia conocida como “el sello de la memoria del tiempo” y es gracias a ello que podemos sumergirnos en un viaje titánico a través de la historia y los diferentes territorios que componen este universo. Dentro de estas narraciones, tiene especial peso todo lo que acontece a Jadhiz Whevelin, una astranddela (lo que nosotros conoceríamos como bruja, simplificando mucho) que hace un pacto con Déxulum, un poderoso arcángel caído. Cabe señalar que Stadonova nos dice el autor que es el nombre que aquellos que moran en ella dieron a la Atlántida; sin embargo, conviene advertir que, a pesar de tomar esa leyenda como punto de partida, el escritor crea una toda una nueva mitología que en nada recuerda a la platónica. Por otro lado, se cambia habitualmente de reino y de personajes dando una cierta idea de incertidumbre, pero si nos mantenemos atentos, seremos capaces de descubrir un nexo en común en todo aquello que se nos narra sin quedar nada al azar. Considero que también conviene dejarse llevar y disfrutar de las particularidades de cada territorio, sus dioses y costumbres. Por mi parte, reconozco que todo lo que tiene que ver con el brutal universo de Xiorux me ha llamado especialmente la atención. También cabe señalar que se mezcla algo de historia (haciendo especial hincapié en la época de las colonizaciones castellanas) para otorgar ese halo de verosimilitud al relato y, dentro de nuestro imaginario, situar geográficamente el continente perdido. El autor hace gala además de una pluma densa, de una magnífica narrativa que puede llegar a recordarnos a una auténtica epopeya. Igualmente, hay muchísima magia genuina y una buena atmósfera de misterio y de oscuridad especialmente presente en toda la trama más centrada en Whevelin y Déxulum. Recomiendo encarecidamente que el lector no se deje asustar por la extensión de la obra y disfrute con calma, paladeando sin prisa y descubriendo poco a poco todas las peculiaridades y los secretos que encierra la misteriosa tierra de los dioses stadios. + Leer más |