Los fuegos de otońo de Irčne Némirovsky
En las peleas conyugales, el primero que dice lo mejor sería separarnos, siente al instante que ha cometido un asesinato: entre los dos esposos, el amor estaba todavía vivo; esas palabras lo han matado. Ya nada podrá devolverle el soplo vital; como los amantes han admitido que podía morir, lo ha hecho: ya no es más que un cadáver.
|