Los fuegos de otońo de Irčne Némirovsky
En definitiva, no le faltaba nada. Era él quien faltaba a todo: no ponía más que la superficie de su ser en la vida familiar y profesional; se prestaba a la gente.
|
Los fuegos de otońo de Irčne Némirovsky
En definitiva, no le faltaba nada. Era él quien faltaba a todo: no ponía más que la superficie de su ser en la vida familiar y profesional; se prestaba a la gente.
|