El malentendido de Irčne Némirovsky
De lo alto de Montmartre llegaba un viento relativamente puro. Denise se acercó a la valla que rodeaba el pequeńo repecho en que se encontraba y asomó la cabeza: una tenue neblina velaba la ciudad, acostada a sus pies, pero la cúpula de los Inválidos y la fina armazón de la torre Eiffel relucían a través del dorado vapor. Un sordo y confuso rumor ascendía hasta sus oídos.
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