Suite francesa de Irčne Némirovsky
El día había sido espléndido. La luz del atardecer iluminaba suavemente los frondosos castańos, y Albert, un minino corriente de color gris que pertenecía a los nińos, presa de una alegría frenética, rodaba por la alfombra, saltaba a la chimenea, mordisqueaba la punta de una peonía del jarrón oscuro colocado en una consola y delicadamente adornado con una boca de dragón grabada.
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