El ardor de la sangre de Irčne Némirovsky
Aquella noche tan agradable, me senté en el banco que hay detrás de la cocina, desde donde veo el huertecillo que ahora cultivo, porque si bien durante mucho tiempo sólo le pedí las verduras necesarias para el caldo, desde hace unoas ańos lo cuido. Yo mismo he plantado los rosales, salvado la vińa que se moría, cavado, escardado, podado los árboles frutales. Poco a poco, me he ido encarińando con este pedazo de tierra.
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