Zuleijá abre los ojos de Guzel Yájina
Y no sentía ninguna vergüenza. Todo lo que la habían enseñado e inculcado desde niña había pasado a un segundo plano o, directamente, se había esfumado. Y lo nuevo que vino a sustituirlo barrió todos sus miedos, de la misma manera que las crecidas arrastran las hojas muertas y las ramas arrancadas.
|