El grafópata de Gonzalo Lizardo
Una biblioteca nunca debe ser más amplia que la memoria de su dueño, ni menos variada que su curiosidad, ni más estrecha que su olvido, ni menos homogénea que su voluntad. Como espejo de sus proyectos, pasiones y prejuicios, la biblioteca personal no sólo es moldeada por su dueño, sino que también lo moldea a él, en especial cuando se ha vuelto el espacio cotidiano de su vida laboral, amorosa, intelectual.
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