Tres habitaciones en Manhattan de Georges Simenon
Olía a juerga, a lasitud popular, a las noches que se prolongan sin que sus protagonistas acaben de decidirse a acostarse, y también a Nueva York, a su brutal y tranquila dejadez.
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Tres habitaciones en Manhattan de Georges Simenon
Olía a juerga, a lasitud popular, a las noches que se prolongan sin que sus protagonistas acaben de decidirse a acostarse, y también a Nueva York, a su brutal y tranquila dejadez.
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