El gato de Georges Simenon
Vivía en un mundo fantasmagórico, a la vez definido e inconsistente. Conocía de memoria la más insignificante de las flores del papel pintado del salón, las manchas de la época en que Charmois aún vivía, las fotografías, el peldaño de la escalera que crujía y la resquebrajadura de la barandilla.
|