Choque de reyes de George R.R. Martin
—También lamento tu pérdida, Joffrey —siguió el enano. —¿Qué pérdida? —La de tu regio padre. Haz memoria: un hombre alto con barba negra. El que era el rey antes que tú. |
Choque de reyes de George R.R. Martin
—También lamento tu pérdida, Joffrey —siguió el enano. —¿Qué pérdida? —La de tu regio padre. Haz memoria: un hombre alto con barba negra. El que era el rey antes que tú. |
Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
El corazón miente y la mente engaña, pero los ojos ven. Mira con los ojos. Escucha con los oídos. Saborea con la boca. Huele con la nariz. Siente con la piel. Y sólo luego piensa, y así sabrás la verdad.
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Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
¿Por qué será que, en cuanto un hombre construye un muro, inmediatamente su vecino quiere saber qué hay al otro lado?
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Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
No era un dragón - pensó- El fuego no mata a un dragón.
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Fuego y Sangre de George R.R. Martin
Por primera vez desde la Maldición de Valyria, en el cielo lucharon dragón contra dragón, mientras, a sus pies, comenzaba la batalla.
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Fuego y Sangre de George R.R. Martin
Aegon Targaryen no conquistó los Siete Reinos de la noche a la mañana; transcurrieron más de dos años entre el desembarco de Aegon y su coronación en Antigua, que ni siquiera puso fin a la Conquista, ya que Dorne seguía sin dejarse somete.
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Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
—(…) Debimos matar a Viserys y a su hermana hace años, pero su alteza, mi querido hermano, cometió el error de hacerle caso a Jon Arryn. —La misericordia no es nunca un error, lord Renly —replicó Ned. |
Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
—El pueblo llano, cuando reza, pide lluvia, hijos sanos y un verano que no acabe jamás —replicó ser Jorah—. A ellos no les importa que los grandes señores jueguen al juego de tronos, mientras los dejen en paz —Se encogió de hombros—. Ñero nunca los dejan en paz.
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Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
—(…)Naciste durante el largo verano, no has conocido otra cosa, pero ahora, el invierno se acerca de verdad. ¿Te acuerdas también del emblema de nuestra casa? —El lobo huargo —dijo ella, con la imagen de Nymeria en la mente. Se abrazó las rodillas contra el pecho. De repente tenía mucho miedo. —Te voy a contar algo sobre los lobos, hija. Cuando cae la nieve y sopla el viento blanco, el lobo solitario muere, pero la manada sobrevive. |
Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
—Qué sabrás tú lo que significa ser un bastardo —Jon no estaba de humor para aceptar consejos de nadie. —Todos los enanos son bastardos a ojos de sus padres. —Eres hijo legítimo; tu madre era la esposa del señor de Lannister. —¿De verdad? —sonrió el enano, sarcástico—. Pues díselo a él. Mi madre murió al darme a luz, y nunca ha estado muy seguro. —Yo ni siquiera sé quien era mi madre —dijo Jon. —Sin duda, una mujer. Como la mayoría de las madres —Dedicó a Jon una sonrisa pesarosa—. Recuerda bien lo que te digo, chico. Todos los enanos pueden ser bastardos, pero no todos los bastardos son necesariamente enanos. |
Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
—Qué sabrás tú lo que significa ser un bastardo —Jon no estaba de humor para aceptar consejos de nadie. —Todos los enanos son bastardos a ojos de sus padres. —Eres hijo legítimo; tu madre era la esposa del señor de Lannister. —¿De verdad? —sonrió el enano, sarcástico—. Pues díselo a él. Mi madre murió al darme a luz, y nunca ha estado muy seguro. |
Canción de Hielo y Fuego: 1. Juego de Tronos de George R.R. Martin
—¿Un hombre puede ser valiente cuando tiene miedo? —preguntó Bran después de meditar un instante. —Es el único momento en el que puede ser valiente —dijo su padre. |
Tormenta de espadas de George R.R. Martin
—Estoy seguro de que extrañáis muchísimo a vuestro padre. Lord Eddard era un hombre valiente, honrado, leal… Pero, como jugador, un completo desastre —Se llevó la semilla la boca con el puñal—. En Desembarco del Rey hay dos tipos de personas: los jugadores y las piezas. —¿Yo era una pieza? —Temía la respuesta, pero se la imaginaba. —Sí, pero eso no tiene por qué preocuparos. Todavía sois casi una niña. Todo hombre y toda doncella empiezan siendo piezas, aunque algunos se crean jugadores. |
Tormenta de espadas de George R.R. Martin
—Cállate, Cercei. Joffrey, cuando tus enemigos te desafíen, debes responderles con acero y fuego. Pero cuando se pongan de rodillas, debes ayudarlos a levantarse. De lo contrario, nadie volverá a arrodillarse ante ti. Y si alguien tiene que decir «Yo soy el rey», es que no eres el rey. Aerys no lo llegó a entender, pero tú lo entenderás. Cuando haya ganado la guerra en tu nombre, restauraremos la paz del rey y la justicia del rey.
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Tormenta de espadas de George R.R. Martin
—Eres mío —susurró—. Eres mío, igual que yo soy tuya. Si tenemos que morir, moriremos. Todos los hombres mueren, Jon Nieve. Pero antes vamos a vivir.
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Tormenta de espadas de George R.R. Martin
—Dejad de decirme lo que tengo que hacer, moza. Me moriré si me place. —¿Tan cobarde sois? El mero sonido de la palabra lo conmocionó. Él era Jamie Lannister, caballero de la Guardia Real, el Matarreyes. Jamás lo habían llamado cobarde. Otras cosas, sí: renegado, mentiroso, asesino… Decían que era cruel, traicionero y despiadado. Pero cobarde, jamás. —¿Qué puedo hacer, aparte de morir? —Vivir —replicó—. Vivir, pelear y vengaros. |
Tormenta de espadas de George R.R. Martin
La mano le ardía. Le seguía ardiendo mucho tiempo después de que se apagara la antorcha con la que le habían quemado el muñón sanguinolento, días y días después; todavía sentía la lanzada del fuego en el brazo, y sus dedos, los dedos que ya no tenía, se retorcían en las llamas. Ya lo habían herido antes, pero nunca de aquella manera. Jamás había imaginado que se pudiera sentir dolor. A veces, sin que supiera por qué, se le escapaban de los labios antiguas oraciones, plegarias que había aprendido de niño y que no había vuelto a recordar en años, las mismas que había rezado, arrodillado junto a Cercei, en el septo de Roca Casterly. En ocasiones llegaba incluso a llorar, hasta que oyó que se reían los titiriteros. Aquello hizo que se le secaran los ojos y se le muriera el corazón, y en sus oraciones pidió que la fiebre le quemara las lágrimas. |
Tormenta de espadas de George R.R. Martin
—Te escondes detrás de la cortesía como si fuera la muralla de un castillo. —La cortesía es la armadura de una dama. |
Tormenta de espadas de George R.R. Martin
—Mi reina —respondió el hombretón con voz pausado—, todo lo que decís es verdad. Pero, en el Tridente, Rhaegar perdió. Perdió la batalla, perdió la guerra, perdió el reino y perdió la vida. Las aguas del río se llevaron su sangre, junto con los rubíes de su coraza. Robert el Usurpador cabalgó sobre su cadáver y robó el Trono de Hierro. Rhaegar luchó con valentía; Rhaegar luchó con nobleza. Y Rhaegar murió.
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¿En qué año se publica el primer tomo de esta saga?