Mortal y rosa de Francisco Umbral
Esa majadería de que a cierta edad todo hombre es responsable de su rostro. Yo no estoy descontento de mi rostro. Lo que antes no me gustaba de él, ya lo he asumido y se ha prestigiado por su propia permanencia. Los rasgos físicos se sacralizan por la repetición. Una nariz deforme, característica de una familia, va pasando de padres a hijos, cruza como un pequeño esquife los mares de la herencia, y ya no es fea ni bonita. Es sacral, porque su propia repetición, su manera mágica de reencarnar la ha salvado de la vulgaridad, la ha ritualizado a los ojos de la familia y de los habituales. Lo que persiste se perfecciona.
|