Donde aúllan las colinas de Francisco Narla
El joven exponía sus argumentos con tino. Agrandaba las querellas que afectaban a sus posibles detractores. Ponía el acento allá donde le serviría para favorecerse en el futuro. Relajaba aquellas habladurías que en nada le beneficiaban. Tergiversaba la verdad según su conveniencia, bien abrigado en la confianza que había cultivado en los ánimos de su tío.
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