La tarde de un escritor y otros relatos de Francis Scott Fitzgerald
Una luz deslumbrante pintó todas las ventanas de la primera planta, reflejándose en los espejos, con lo que cada habitación quedo invadida de un resplandor blanco; después se oyeron como mil cerillas encendiéndose a la vez, un sonido tan poderoso y terrible que el trueno pareció secundario.
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