Cancionero de Francesco Petrarca
Amor, cuando esperanza, y el premio a tanta fe, ya florecía, me arrebataron a quien los traía. ¡Ay despiadada muerte, y cruel vida! La una me ha acongojado y ahogado mi esperanza acerbamente; la otra me tiene aquí mal de mi grado, y desde la partida de aquélla, ésta ir detrás no me consiente. Mas mi dama presente en mi pecho se encuentra todavía, y ve muy bien cómo es la vida mía. |