Fernando Fedriani Martel

Alguien me dijo una vez, hace siglos, que se conoce a las personas, que se las conoce verdaderamente, cuando están siendo tratadas realmente mal por sus circunstancias. En la guerra, en los derrumbes y en los barcos que se van a pique, cuando todo se tuerce, cuando se percibe nuestra pequeña luz, las personas exponen lo más maravilloso y diminuto, lo más extraordinario, pero también lo más oscuro, lo muestran todo, lo más propio. Y es entonces cuando más sencillo resulta conocer a las demás personas.

El amor será siempre la fuerza cósmica que todo lo puede.

Me sentía viejo, carente de ideales. Los jóvenes tienen más ideales que los viejos. Cuando un niño nace, no trae un pan debajo del brazo, pero sí todos los ideales con los que contará para su vida. Los ideales no se crean, solo se rompen. Por ese motivo, pasamos toda la vida desgastando los ideales con los que nacimos, más jamás los sustituimos por otros.

Cuando todo está perdido, cuando nuestra miseria parece insoportable, cuando todo lo que nos permitía vibrar se ha desgarrado, encuentras en el fondo de tu alma una fuerza cálida. Es una luz diminuta, que jamás se apagará. Cuando todo lo demás se vuelve oscuro, cuando todos los planes se han quebrado, se percibe con más nitidez nuestra luz pequeñita.

De golpe comprendí que las expectativas son como un muro que custodia la felicidad cautiva. Cuanto más altas son las expectativas, más altos son los muros. Cuanto menores son las expectativas, mayor es nuestra libertad, los muros serán bajos para que la libertad fluya mucho más libre.

Las expectativas son como un muro que custodia la felicidad cautiva. Cuanto más altas son las expectativas, más altos son los muros. Cuanto menores son las expectativas, mayor es nuestra libertad, los muros serán bajos para que la libertad fluya mucho más libre.

Ningún viaje resulta inútil ni ningún lugar que fue importante se queda completamente vacío. Nunca volveré a los lugares en los que he sido feliz, pero jamás dejaré de visitar aquellos en los que puedo llegar a serlo.

Hay personas que no quieren ser libres, que se fabrican sus propios barrotes porque les aterra tener que enfrentarse con aquello que quieren. Hay personas a las que les aterra vivir aquello que desean vivir.

Hay personas que no quieren ser libres, que se fabrican sus propios barrotes porque les aterra tener que enfrentarse con aquello que quieren. Hay personas a las que les aterra vivir aquello que desean vivir.

Hay lecciones que son tan importantes que las tienes que aprender (y olvidar) muchas veces. Aunque las lecciones más importantes son siempre sencillas, hacerlas tuyas resulta la labor de toda una vida.