Las letras entornadas de Fernando Aramburu
Para quien retorna a un libro del que gustó en otra época, este adquiere ante sus ojos el valor de un objeto sentimental. A quien lo relee le embargará la sensación de estar él mismo íntimamente implicado en los avatares de la página. Y es que, sin que nos demos cuenta, los libros nos leen mientras nosotros los leemos. Se dijera que se acuerdan de nosotros cuando los reabrimos, que nos reconocen y nos restituyen partes; a menudo olvidadas, de nuestra identidad.
|