La locura de quererte de Eva Gil Soriano
—Los Ríos es un pueblo muy pequeño, apenas llegamos a los cien habitantes y el estanco que había cerró. Después, se hizo una reunión en el ayuntamiento y dado que casi nadie fumaba y es perjudicial para la salud, decidieron no traer máquinas de esas a los bares. —Definitivamente este no es un pueblo normal. —Claro que sí, al tener que ir tan lejos a comprarlo, algunos de los fumadores que vivían aquí lograron dejarlo. ¿No es fabuloso? —sonrió mostrándole sus perfectos dientes blancos. —Sí, fabuloso —masculló. —Quizá usted también lo consiga. Piénselo, sería un gran paso. —Olvídelo, necesito tabaco o me convertiré en un ogro muy peligroso. —Dios no lo quiera —sonrió con ganas pensando que si este era su lado amable, ¿cómo sería el malo? |