El circo de la noche de Erin Morgenstern
Somos peces dentro de una pecera, querida -le dice Tsukiko, con la boquilla colgando de los labios-. Peces custodiados muy de cerca, observados desde todos los ángulos. Si uno de nosotros termina flotando en la superficie, no es un accidente. Y si hay un accidente, es porque quienes nos custodian no prestan suficiente atención.
|