El mal de Montano de Enrique Vila Matas
A primera hora de la mañana, el arire estaba tan claro que he podido ver, sin la ayuda de mis prismáticos, la espuma que hacían las olas al romper contra la proa de una barca que navegaba en la distancia. Por primera vez en mucho tiempo, una imagen sólo me ha remitido a esa imagen.
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