Esta bruma insensata de Enrique Vila Matas
Por lo que contara un frustrado aspirante a ser su biógrafo, su fobia aumentó nada más hacerse tan célebre en diciembre del mismo año de su llegada. En cualquier caso, la singularidad de aquella aversión, a diferencia de la de otros famosos invisibles, Pynchon o Salinger, estribaba precisamente en que había comenzado a padecerla en el momento mismo de pisar Nueva York, ni antes ni después, tan pronto como llegó a la ciudad y comenzó a escribir la novela que, con mi sigilosa ayuda, tardó pocos meses en dejar acabada.
|