Quizá por eso sigo aquí de Elsa García
No dejó de sonreír cuando soltó a un lado la tabla que llevaba entre las manos, llena de color y de dibujos de flores de hibisco, algo caótica e increíblemente llamativa. La representaba. Yo aún no lo sabía, pero ella era esa tabla de surf. Era caos, color y locura de la buena, de la que yo nunca me había permitido.
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