Si no es contigo, no es de Elsa García
Cuando la soledad de mi piso me trae de vuelta fuera de esa burbuja que Gabi ha creado este fin de semana, la culpa me grita como una perra rabiosa. Me ataca con furia, recriminándome que no merezco amigos, ni gente que me haga sentir así de bien. Intento ignorarla, me he vuelto un experto en hacerlo en los últimos cuatro años, pero la muy puta se acomoda conmigo en el sofá y se vuelve sibilina, susurrante, insistente.
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