El arte de engañar al karma de Elísabet Benavent
Mikel olía a caro. Olía como huelen las tiendas de lujo, la habitación del mejor hotel que puedas pagar, unas vacaciones en Menorca, un ramo de flores obscenamente enorme..., como huele un hombre inalcanzable. Rico..., muy rico. Y no hablo de dinero, sino de sabor. |