Un cuento perfecto de Elísabet Benavent
No supe qué decirle por muchas razones. La principal era que yo pensaba que mis ojos no contaban nada…, nada de nada y, en el caso de que lo hicieran, jamás imaginé que fueran a decir la palabra «pena». Me sentí avergonzada y quise huir, pero al menos esta vez no lo hice corriendo…
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