El silencio y otros poemas de Edgar Allan Poe
¿Qué hay de extraño en que las estrellas eternas permanezcan mudas? Sí, tuyo es el Cielo, pero este es un mundo de dulce amargura, nuestras flores son sólo flores, y la sombra de tu inmensa beatitud es la luz de nuestro sol. Si yo pudiese habitar en el reino de Israfel, y él en donde yo habito, no podría el ángel cantar una melodía terrenal, mientras yo, en cambio, podría lanzar al firmamento un nota más plena que esta triste canción que brota de mi lira. |