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Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe de Edgar Allan Poe
“Tu alma de encontrará sola Entre oscuros pensamientos de grisáceas lápidas; Nadie, de entre la multitud, te espiará en la hora de tu retiro” |
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Edgar Allan Poe
Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan sólo de noche
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Versos para musas y cuatro cuentos de Edgar Allan Poe de Edgar Allan Poe
Desde mi más temprana infancia nunca fui como eran los demás; yo nunca miré como los demás miraban; no afloraron mis pasiones del vergel común. |
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Poesía completa de Edgar Allan Poe
[...] con la mañana me abandonará, como antes me abandonaron mis esperanzas.
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Poesía completa de Edgar Allan Poe
Pero los sueños, para aquellos que como yo sueñan, con ambición, son condena, y muerte. |
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Poesía completa de Edgar Allan Poe
¡Oh, ella merecía todo el amor! El amor -como fue el mío en la niñez- |
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Poesía completa de Edgar Allan Poe
Desprecio que aquel mi terrenal hado tenga tan poco de terrenal que hayan sido olvidados los años del amor en la desidia de un instante; no me aflige que los solitarios sean más felices, amor, que lo soy yo, sino que te aflijas tú por el hado de quien no es sino errante. |
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Poesía completa de Edgar Allan Poe
¿Deseas ser amada? ¡Que tu corazón pues, no se deje de esta senda! Sé lo que ahora eres, nunca seas lo que no eres. De este modo, tu gentileza con el mundo, tu gracia, tu más que excelsa belleza, serán tema infinito de loa, y el amor, mero servicio. |
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Poesía completa de Edgar Allan Poe
Cuando las gemas de tu pensamiento me devuelven tan inmaculados orbes y tu corazón los atesora, me cuesta saber a qué mayor altura conceder: si a tus brillantes ideas o a tus amados ojos brillantes. |
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El gato negro de Edgar Allan Poe
¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla?
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El relato de Arthur Gordon Pym de Edgar Allan Poe
El ballenero entró en el puerto a las nueve de la mañana, después de haber tenido que luchar contra uno de los vientos más fuertes que jamás se haya conocido en los mares de Nantucket.
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Edgar Allan Poe
Después de varios meses de enfermedad, me sentía convaleciente y con el retorno de mis fuerzas, notaba esa agradable disposición que es el reverso exacto del ennui; disposición llena de apetencia, en la que se desvanecen los vapores de la visión interior —αχλυς ος πριν επηεν— y el intelecto electrizado sobrepasa su nivel cotidiano, así como la vívida aunque ingenua razón de Leibniz sobrepasa la alocada y endeble retórica de Gorgias. El solo hecho de respirar era un goce, e incluso de muchas fuentes legítimas del dolor extraía yo un placer. Sentía un interés sereno, pero inquisitivo, hacia todo lo que me rodeaba. Con un cigarro en los labios y un periódico en las rodillas, me había entretenido gran parte de la tarde, ya leyendo los anuncios, ya contemplando la variada concurrencia del salón, cuando no mirando hacia la calle a través de los cristales velados por el humo. Dicha calle es una de las principales avenidas de la ciudad, y durante todo el día había transitado por ella una densa multitud. Al acercarse la noche, la afluencia aumentó, y cuando se encendieron las lámparas pudo verse una doble y continua corriente. (El hombre de la multitud) + Leer más |
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La caída de la casa Usher de Edgar Allan Poe
Por qué, me pregunté, la casa de Usher me hacía sentir tan triste? Nunca encontré respuesta.
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El cuervo de Edgar Allan Poe
Y mi alma, fuera del círculo de esta sombra que yace flotante sobre el suelo, no podrá volver a elevarse. ¡Nunca más!
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Olivia Ardey