El hombre de la arena de E.T.A. Hoffmann
Cada uno de los presentes sentía una gran opresión en el pecho; a todos les agobiaba la presencia del extraño con el peso de esa calma aparente que precede a las tempestades; a todos se les congelaba la palabra en los labios al contemplar el semblante pálido como la muerte de aquel huésped inquietador y siniestro.
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