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Ruido de fondo de Don DeLillo
Ella continuó allí, con las rodillas dobladas, intentando absorber la crudeza de su presencia, su cuerpo nervudo y su rostro fatigado. Qué fuerza épica no representaría él para ella al cobrar forma de aquel modo en su cocina: un progenitor, un padre, cargado con todo el peso de los años, con su densa historia de asociaciones y conexiones, recién llegado para recordarle quién era ella, para arrebatarle su disfraz y, sin previo aviso, tomar temporalmente las riendas de su errabunda existencia.
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