Ruido de fondo de Don DeLillo
Siento ganas de implorarle a ese firmamento del siglo V, incandescente de misterio y de luces espirales: no nos dejes morir. Permítenos a ambos vivir eternamente, en la salud y en la enfermedad, embrutecidos, tambaleantes, sin dientes, con manchas de vejez, miopes, alucinantes. ¿Quién decide esas cosas? ¿Qué hay ahí fuera? ¿Quién eres?
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