La cara norte del corazón de Dolores Redondo
Mientras se acercaba distinguió los lamentos quedos de la desolación. Los había escuchado docenas de veces. Poco importaban las palabras. Todos los supervivientes a una tragedia, sin excepción, hablaban igual. La voz estrangulada en la garganta intentaba transmitir un ánimo patético y esperanzado que nacía degollado, desangrándose y perdiendo sus exiguas fuerzas mientras sus propietarios revolvían los escombros en busca de algo, lo que fuera, a lo que aferrarse, que les devolviese un poco de esperanza con la que alimentar la supuesta suerte de haber sobrevivido.
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