La cruz ardiente de Diana Gabaldon
Aun así no había manera de prever lo que significaba tener un hijo; la imaginación no podía equipararse al conocimiento de lo que podía causar el nacimiento de un niño, alterándonos la vida. —Por suerte es así —dije a Jemmy—. De otra manera, nadie en su sano juicio se arriesgaría a tenerlos. |