Nada se opone a la noche de Delphine De Vigan
...cada noche me imaginaba a Lucile, ese viernes 25 de enero, enrollada en sus mantas, sola en su pequeño apartamento. Me imaginaba los largos minutos que habían precedido a la inconsciencia, sin que nadie acariciase su pelo, sostuviese su mano. Lloraba en silencio, lágrimas con sabor a infancia, lágrimas privadas de adiós, daba vueltas y vueltas en la cama, incapaz de conciliar el sueño.
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