Días sin hambre de Delphine De Vigan
Se da cuenta de que ya no poseía más que una certeza intelectual de su presencia. Comprende que su cuerpo ya no era capaz de sentir sino el miedo y el frío. Quería tornarse transparente. Volatilizarse, flaquear, pero aguantar. En ese afán descabellado, pasional, buscaba el aislamiento, también la indiferencia. No volver a llorar, ni a oír, ni a sentir.
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