Nada se opone a la noche de Delphine De Vigan
George dominaba la gramática francesa la perfección y no ignoraban ninguna palabra del argot. A veces era asediado por vahos de amargura en el transcurso de una conversación o de una película mala, y pronto acabaría formándose en su garganta una bola de cólera que no dejaría de crecer.
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