La chica salvaje de Delia Owens
Kya no recordaba cómo se rezaba. ¿Lo importante era cómo poner las manos o lo fuerte que cerrabas los ojos? -Puede que mamá y Jodie vuelvan a casa si rezo. Incluso con los gritos y las peleas, esa vida era mejor que estas gachas apelotonadas. […] Kya miró entre los árboles al maíz de mamá del huerto de nabos, ahora lleno de malas hierbas. No había ninguna rosa. -Olvídalo. Ningún dios pasará por aquí. |